Padece un importante "deterioro cognitivo". El máximo ídolo deportivo de la ciudad atraviesa una dura lucha contra una enfermedad que afecta su salud mental.
Sin la certeza de un diagnóstico oficial que se haya dado a conocer públicamente, el ambiente del deporte internacional y especialmente del deporte argentino se vio conmocionado este jueves. Si bien en el mundo del tenis había algunas precisiones desde hace al menos un par de años, el compromiso tácito fue mantenerlo en reserva. Era, también, una forma de no terminar de aceptar una noticia dolorosa.
Los cada vez más crecientes rumores tuvieron una mayor credibilidad cuando fuentes familiares de Guillermo Vilas aceptaron que el mejor tenista argentino de la historia padece un “deterioro cognitivo” compatible con el síndrome de Alzheimer.
Esta enfermedad progresiva afecta a la memoria y otras funciones mentales, ante el avance degenerativo de las conexiones entre las células cerebrales. Los síntomas principales son la pérdida de la memoria y la confusión. Si bien no hay una cura para este mal, ciertos medicamentos y estrategias de control pueden obtener mejoras temporales.
Vilas, de 67 años (nació el 17 de agosto de 1952) permanece desde hace tiempo recluido en su residencia de Mónaco, contenido por sus familiares más cercanos (su esposa y sus tres hijas) y sin realizar apariciones públicas.
Más allá de que físicamente no presenta un deterioro visible, su salud mental empeora y, según dicen, le cuesta mucho sostener el hilo de una conversación, a veces desconoce a sus afectos y este cuadro se alterna con momentos de cierta lucidez. En definitiva, lo que fue manifestándose en forma de desconexiones transitorias o recuerdo borrosos, los síntomas inequívocos se aprecian ahora de manera evidente.
Vilas, quien nunca fue número uno del mundo, desatino adjudicado al capricho de una computadora y a un sistema de puntuación para el ranking que luego fue modificado, tuvo un año 1977 de ensueño, en el cual se adjudicó dos títulos de Grand Slam (Roland Garros, el Abierto de Francia en París, y Forest Hills, el US Open en Nueva York) y otros 14 torneos (con 16, posee el récord de más títulos ganados en una misma temporada). Ese mismo año impuso una marca todavía vigente: obtuvo 46 triunfos consecutivos (solo perdió ante el rumano Ilie Nastase y su raqueta de doble encordado, luego prohibida). Y también estableció el mejor registro global en un año: 136 partidos ganados y apenas 14 perdidos.
Entre sus sorprendentes logros se cuentan 62 torneos ganados de ATP, entre ellos, otros dos títulos de Grand Slam (Australia, 1978 y 1979) que se suman a Roland Garros y el US Open, 16 títulos en dobles, un récord de 45-10 en sus partidos de singles por Copa Davis, además de ser tres veces ganador del Gran Prix -hoy, Carrera de Campeones o Carrera hacia Londres-, en 1974, 1975 y 1977.
Una tristeza absoluta para la vida de un guerrero deportivo inolvidable, que definitivamente cambió la historia del tenis argentino.